Marcada por la tragedia by Jane Porter

Marcada por la tragedia by Jane Porter

autor:Jane Porter
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2001-08-09T22:00:00+00:00


Capítulo 6

—Hola, señora Pateras —la saludó tranquilamente—. ¿Qué tal ha pasado el día? A Alysia se le doblaron las rodillas y tuvo que sujetarse al marco de la puerta.

—Christos.

—Ah, te acuerdas de mí —dijo él con los dientes apretados. Después, se levantó prácticamente de un salto, soltando a Zita sobre el sofá—. No sabía si te acordarías. Pero claro, no me extrañaría, solo soy tu marido.

Estaba sonriendo, pero no había nada ni remotamente cálido en aquella sonrisa. Su expresión era de granito, sus ojos tenían un brillo peligroso.

Zita maulló, irritada por haber sido expulsada sin ceremonia, pero Christos la ignoró.

Alysia se daba cuenta de que estaba furioso, pero intentaba contenerse.

—Christos...

—¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato? —le preguntó.

Ella no podía hablar. Estaba asustada y, sin pensar, miró hacia la puerta.

—Yo que tú no lo haría. No podrás escapar y solo conseguirás ponerme furioso.

—¿No estás furioso ahora? —preguntó Alysia, armándose de valor.

No tenía por qué tener miedo de él. No se atrevería a ponerle la mano encima porque si lo hiciera, lo denunciaría inmediatamente.

—Claro que estoy furioso. Pero mi padre me ha pedido que me controle.

Su padre. Tenía que pedirle consejo a su padre para tratar con ella. Curiosa explicación.

Christos dio otro paso hacia ella y Alysia tuvo que levantar la cara para mirarlo. Había olvidado lo alto que era, lo poderoso que era.

—¿Cómo me has encontrado?

—¿No pensabas que lo haría? —preguntó él.

—No sabías dónde estaba. No conoces a Lilia.

—Pero te conozco a ti —sonrió Christos. Una sonrisa fría, calculadora—. Sé que has pedido un nuevo pasaporte y sabía que intentarías marcharte de Grecia.

Ella lo miró, angustiada. No iba a poder escapar. Iba a seguir atada a aquel hombre durante toda la vida. El pensamiento era aterrador.

—Debería haber imaginado que no sería tan fácil.

—Encontrarte ha sido tan fácil como quitarle un caramelo a un niño —dijo él entonces, acariciando su pelo—. Tengo casa en Atenas, Alysia. Y muchos amigos aquí. Paso la mayor parte del tiempo en Nueva York, pero tengo empleados y conocidos en todas partes. Te han seguido la pista desde que llegaste al aeropuerto.

La había seguido, la había tenido bajo vigilancia. Era su prisionera. ¿Cómo iba a escapar?

—Mira, yo...

—Has querido ponerme en ridículo delante de mis colegas y amigos —la interrumpió él—. Me has humillado delante de Papas. ¿Qué voy a hacer contigo, Alysia? ¿Qué crees que debería hacer?

—No me hables en ese tono —replicó ella, intentando disimular su miedo. Era inhumano sentir miedo de nadie. No quería permitírselo a sí misma. Había tenido miedo de su padre y no iba a tenerlo de nadie más.

Había creído que casándose con Christos sería libre. Pero no era así.

—Eres tú quien me ha insultado —le recordó él.

—¿Por qué sabías que iba a marcharme de Grecia?

—Porque odias este país. Te sientes atrapada. Supuse que querrías ir a Inglaterra para quedarte con la familia de tu madre.

—Eres muy listo, ¿verdad?

—No. Tú eres muy predecible.

—Vete al infierno.

—No seas cría, Alysia —dijo Christos entonces, acariciando su cara.

Ella se apartó, como si la hubiera quemado.



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